Una de las principales funciones de los Agentes Medioambientales como policía judicial, es la investigación de mortandad por utilización de métodos no selectivos y de mortandad masiva como son la colocación de cebos envenenados. Método prohibido y tipificado en el Código Penal al que todos los años se enfrentan los Agentes Medioambientales, los encargados del levantamiento de los cadáveres y la posterior investigación.
Los responsables del proyecto Life+ Veneno, un proyecto financiado por
fondos europeos dirigido a reducir el uso del veneno en el medio
natural, ha constatado que en cinco años han fallecido unos 143 animales
en la provincia por el consumo de cebos envenenados. Sin embargo,
insisten en que esta cifra es sólo una punta del iceberg del daño real
que los tóxicos colocados a posta por el hombre para eliminar animales
silvestres han causado. El coordinador de este proyecto, David de la
Bodega, estima que la cifra real de animales muertos por esta práctica
ilegal en la provincia toledana puede rondar los 1.400 entre 2005 y
2010, unas 10 veces más.
El informe sobre el uso de cebos envenenados
elaborado por el Life+ Veneno apunta que en este periodo, en toda
España, se constató el fallecimiento de 4.395 ejemplares de especies de
fauna silvestre y doméstica cuya muerte fue debida al uso de cebos
envenenados. Pero se remarca que sólo se localiza entre un siete y un 10
por ciento de los animales que realmente han sido envenenados, por lo
que se estima la muerte de más de 40.000 ejemplares a causa del uso de
veneno en un periodo de cinco años. De la Bodega comenta que el uso de
cebos provoca un efecto ‘en cadena’ en el mundo animal, lo que sumado a
la inmensidad del campo y a que sólo una parte de los cadáveres hallados
son sometidos a la necropsia que confirma la intoxicación lleva al
resultado de que el daño del veneno es mucho mayor que el cuantificado.
«Estos animales pueden ser devorados por por otros, ser retirados por
los propios envenenadores o morir a kilómetros de donde comió el cebo»,
comenta al explicar las distintas variables que intervienen para
explicar que el número de animales envenenados encontrados sea inferior
al de víctimas reales.
Así las cosas, los animales muertos encontrados en la provincia
toledana suponen aproximadamente un 20 por ciento de los 625
contabilizados en toda la región. En el caso toledano, se han encontrado
muertos por envenenanimiento ocho águilas imperiales, ocho milanos
reales, 19 buitres negros, y nueve milanos negros, entre otras especies
protegidas.
Un delito y un ataque ambiental.
El programa Life+ Veneno ha contado por el respaldo del Ministerio de
Agricultura y Medio Ambiente y la Junta de Comunidades, que han apoyado
este proyecto desarrollado por SEO/Birdlife para visualizar los riesgos
de que continúe esta práctica de los cebos envenenados. Su uso suele
estar vinculado a la gestión de espacios de caza, con el fin de proteger
a especies como perdices controlando la población de aves rapaces y
otros predadores. Sin embargo, esta práctica dejó de autorizarse en 1983
y fue introducida como delito en el Código Penal en 1995. El principal
motivo fue su carácter indiscriminado, ya que cualquier animal puede
caer en el mortal engaño de estos cebos. «Es un método con efectos
masivos. Sólo un pequeño cebo usado en Navarra hace dos años causó la
muerte de unas 140 rapaces. Pero De la Bodega recuerda otros aspectos
condenables de esta práctica. «Es un método cruento, el animal que come
un veneno muere tras un horrible sufrimiento», afirma señalando la
agonía que para cualquier ser supone un tóxico.
Y el principal problema para que el envenenamiento siga vigente en el
medio rural, señalan desde Life+ Veneno, es que no faltan tóxicos para
mantener esta bárbara costumbre. En su mayor parte son productos
fitosanitarios como herbicidas e insecticidas que son desviados de su
uso agrario. De la Bodega apunta incluso al uso de fitosanitarios
retirados del mercado precisamente por su alta toxicidad, pero que aún
están disponibles en estocajes en establecimientos agrícolas o a la
venta en canales no oficiales como los de Internet.
Por todo ello, en las conclusiones del Life+ Veneno se llama a reforzar
el sistema de recogida de fitosanitarios fuera de uso para evitar su
disponibilidad para envenenamientos, además de reforzar los controles
sobre su compra.
Otra cuestión sobre la que De la Bodega pide extremar los esfuerzos es
en suprimir la sensación de impunidad con la que actúan los
envenenadores, recordando que pueden afrontar penas de hasta tres años
de cárcel (con prisión ineludible) y sanciones que pueden rondar los
150.000 euros. En el caso de Castilla-La Mancha, urge a agilizar la
instrucción de expedientes para que los autores de estas prácticas
tengan una rápida sanción y así se desaconseje su reicidencia. «Esta
agilidad es necesaria para que ningún expediente quede sin resolver»,
comenta.
Fuente: www.latribunadetoledo.es