Se trata de la Unidad Canina de la Consejería de Agricultura, un servicio gestionado por cuatro Agentes Medioambientales que se creó hace ocho años a nivel regional, tras observar la alta mortandad de especies que se producían en el medio natural.
Su objetivo no es otro que detectar la presencia de cebos y animales envenenados en el campo. Unas prácticas prohibidas en el Código Penal y en la Ley de Conservación de la Naturaleza de Castilla-La Mancha, pero que se siguen realizando, supuestamente, para el control de "alimañas", si bien su ingesta puede acabar con la vida de cualquier animal aunque esté protegido o en peligro de extinción.
El pasado año, esta Unidad Canina abrió en Albacete 19 protocolos, una cantidad «muy elevada» en opinión de Francisco Serrano, Coordinador Provincial de los Agentes medioambientales y responsable de esta Unidad Canina, quien no obstante asegura que el uso de estas trampas tóxicas «va a menos» aunque «los perros siguen detectando presencia de veneno en el campo cuando lo ideal sería llegar a cota cero».
Su tarea es batir y rastrear el medio natural de Castilla-La Mancha, principalmente cotos y vías pecuarias hasta donde acuden bien por un aviso, bien por protocolo. El pasado año, esta Unidad Canina, con sus correspondientes adiestradores, inspeccionó 58 cotos y tres vías pecuarias -la gran mayoría ubicados en la provincia de Albacete-, donde localizaron presuntamente 89 cebos envenenados y 26 animales que supuestamente habían ingerido comida impregnada con productos tóxicos. Según Francisco Serrano, prácticamente el cien por cien de los cebos envenenados se encuentran en cotos de caza y son colocados, presuntamente, por sus dueños o guardas, que se encargan de impregnar pequeños trozos de carne principalmente con carbofurano o aldicarb, dos de los pesticidas más tóxicos y peligrosos que hay en el mercado.
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