Las autoridades regionales y nacionales esquivan cuantificar el volumen de estas práctica indiscriminada tipificada como delito en el Código Penal.
"No interesa que se sepa cuánto se caza así", cuentan fuentes de los agentes forestales que se incautan de cientos de estranguladores en algunas batidas.
España está cuajada de miles de lazos ilegales de caza.
Pero nadie se hace responsable a la hora de cuantificar el problema de
los tramperos furtivos. Ninguna Administración competente (autonomías o
Guardia Civil) admite el volumen de ligaduras metálicas en sus
territorios a pesar de que los agentes forestales retiran cada temporada
miles de ellos.
"No interesa que sepa cuánto se caza
así", cuentan a eldiario.es fuentes forestales. Al fin y al cabo, el
objetivo de los lazos es convertir los cotos de caza en explotaciones
cinegéticas rebosantes de perdices y conejos listos para ser abatidos
por escopetas. Estos cordones metálicos se colocan en los itinerarios de
la fauna silvestre para que, al pasar, queden atrapados al cerrar un
nudo corredizo. Buscan eliminar depredadores naturales que pudieran
competir con los usuarios de los cotos. La idea de erradicar la
competencia para favorecer la caza humana está bastante extendida: por
ejemplo, en Castilla-La Mancha está autorizado el uso de algunos tipos
de lazos para este "control de depredadores".
Así que, a pesar de que colocar estos estranguladores
metálicos indiscriminadamente está prohibido por el Código Penal ,"no se
quiere levantar mucha polvareda", analiza otro agente implicado en la
búsqueda de estos artilugios. Ninguna de las administraciones con las
que ha contactado eldiario.es ha sido capaz de cuantificar los lazos que
decomisan sus funcionarios. Y esas ligaduras son sólo las que las
patrullas detectan al peinar fincas.
En las regiones
con más tradición cazadora como Andalucía o Castilla-La Mancha, las
redadas contabilizan en ocasiones cientos. Sólo en una operación
culminada el pasado martes en Ciudad Real y Toledo se hallaron más de 60
lazos en dos fincas. La dimensión de esta práctica en la región
gobernada por María Dolores de Cospedal "es enorme", confirma un policía
medioambiental. La presión para mantener limpios los cotos de zorros,
garduñas, tejones o gatos se ve favorecida por las órdenes
administrativas de Cospedal. La práctica ha quedado amparada mediante lo
que llaman " métodos homologados": lazos con un freno y una identificación del trampero que lo coloca.
Hay que tener en cuenta en toda esta ecuación que sólo en Ciudad Real
operan unos 1.500 cotos de caza, de los que dos tercios están dedicada a
la caza menor. "La actividad cinegética tiene una gran repercusión
social, económica y ecológica en Castilla-La Mancha, dedicándose a la
misma gran parte de su territorio (…) la depredación es un factor que
puede estar contribuyendo al declive de algunas especies de caza menor",
justifica el documento gubernamental.
Una trampa de
estas no discrimina entre presas. Por el lazo pasa cualquier animal. "He
visto animales domésticos que se habían extraviado y han quedado
apresados", cuenta un agente castellanomanchego. "Incluso a mí me pilló
una vez", relata. La manera de convertir un lazo en legal es que posea
un freno para que no se cierre como un cepo sobre el animal. "No impide
que cuando forcejean para liberarse (a veces durante horas) hasta que
llega el trampero no se amputen o estrangulen", describen los técnicos.
La Sociedad Española para la Conservación y Estudio de
los Mamíferos (SECEM) ha advertido de que "la eficacia del control de
depredares se aleja en muchas ocasiones
de conseguir que se reduzca la mortalidad de las especies presa al
reducir los ejemplares de una o más especies de depredador". De hecho,
apunta a que se dan efectos indeseados como "la pérdida de control
natural" de epidemias (epizootias) en esas especies que se quieren
cazar. Además, añade que "la depredación es un fenómeno complejo cuya
alteración puede producir cambios imprevisibles en el ecosistema".
Si se buscan, se encuentran
En regiones con menos actividad cinegética los volúmenes de decomisos
son menores. Por ejemplo en Cantabria, donde en una de sus comarcas se
han detectado 18 en dos años. Pero la práctica diaria indica que, si se
dedican recursos, aparecen en todas partes. En Galicia, la media anual
por provincias es de "cinco lazos", aunque en Pontevedra "se han
levantado unos 30 cada año", confirman forestales de aquella comunidad.
¿Por qué la diferencia? "En esa provincia se han llevado a cabo
operativos especiales a tal fin", contestan. Y luego añaden lo sencillo
que resulta salir impune de este delito contra el medio ambiente: "Se da
constancia de cada decomiso pero sin denuncia porque no se conoce el
autor en la mayoría de casos".
En otra región
uniprovincial como Murcia, "existe una unidad específica, pero aún así
no hay un registro oficial, ni instrucciones claras y prioritarias",
analizan los responsables de las inspecciones en el campo con lo que "se
crea una sensación de impunidad". Y eso que el código prevé que los
laceros serán castigados con "la pena de prisión de cuatro meses a dos
años o multa de ocho a veinticuatro meses".
En otra
región con menor incidencia de esta práctica como Navarra ha llegado a
aprehender de una sola tacada 354 lazos en los que "había caído
cualquier animal que pasara" y eso que los forestales allí afirman que
"cada vez son menos personas las que colocan lazos".
En Castilla y León, un portavoz de la Consejería de Medio Ambiente se
limitó a remitirse a "la información de la que disponga el Servicio de
Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil". Como si su
policía no tuviera nada que ver en la detección y prevención de las
trampas masivas. Sin ir más lejos, esos agentes forestales fueron los
que rastrearon a un lacero en Pinilla de Burgos y documentaron sus
andanzas hasta "pillarlo in fraganti en el monte", recuerdan. Cazaba
hasta ciervos con esta técnica.
Con todo, consultada
la Guardia Civil sobre el número de intervenciones de este tipo que
realizó el SEPRONA el año pasado, no ha querido facilitar esta
información. Lo mismo ha ocurrido en Extremadura y la Comunidad
Valenciana.
Destino seguro
Los ejemplares
que, al pasar, quedan apresados tienen pocos destinos posibles: si los
hallan, por ejemplo, unos agentes medioambientales, pueden recuperar la
libertad siempre que las mutilaciones no lo impidan: "He visto un jabalí
atrapado por el hocico", ha contado un forestal a eldiario.es". Si el
que llega al lazo antes es el trampero, será sacrificado.
En los casos de trampas autorizadas, la orden castellanomanchega de
"captura de especies cinegéticas depredadoras" establece en el apartado
de "manipulación" de ejemplares capturados "el sacrificio de especies
objetivo recomendando un dispositivo de bala cautiva [...] en las
capturas de zorros y de perros y gatos asilvestrados". Se trata de una
especie de pistola de aire comprimido que dispara un único pistón en el cráneo del animal. Los que trabajan a diario en el campo aseguran que lo que se ve muchas veces "es un garrotazo y punto".
Enlace noticia: http://www.eldiario.es/sociedad/administracion-oculta-volumen-furtivos-sembrados_0_365714301.html